sábado, 15 de junio de 2013

Xiamen, un paraíso inesperado


 Uno de los primeros lugares de China que conocí por mi cuenta viajando solo fue Xiamen. Increíble lugar. La verdad es que nunca antes había escuchado de esta ciudad y probablemente tampoco la hubiera visitado de no ser porque allí se encontraba una fabrica la cual fui a visitar por motivos laborales. Para mi sorpresa, Xiamen resulto no ser la ciudad industrial que me imaginaba (aunque si hay muchas fabricas en los alrededores) sino que por el contrario, era bastante turística. Y como no lo iba a ser, si era una isla! Ubicada en el sur de china en la provincia de Fujian, enfrentada a la distancia con Taiwan, en una región tropical donde abundan las playas , las palmeras, las largas costaneras con vistas fantásticas, el buen clima y por consiguiente, el buen humor. Hay mucho para contar y describir sobre Xiamen, por lo que creo que voy a ocupar al menos un par de posteos con esta inesperadamente linda y tranquila ciudad la cual tuve la suerte de visitar en mas de una oportunidad.
Como ya mencione, la finalidad de mi viaje era visitar unas fabricas y reunirme con un par de personas. Originalmente iba a viajar dos días, pero habiendo averiguado un poco sobre el lugar acomode las cosas en la universidad para poder ausentarme unos días y enganchar también el fin de semana y así poder recorrer un poco la ciudad.

En Xiamen no solo conocí lugares increíbles, llenos de historia y rodeados de un paisaje natural envidiable, sino que también tuve la oportunidad de conocer muy buena gente, algunos de los cuales terminaría volviendo a ver en otros lugares y tiempos, con los que terminaría entablando una relación de amistad y con los que sigo en contacto hasta el día de hoy. Amigos con los cuales compartí viajes, comidas, experiencias y anécdotas.
Uno de las primeras personas que conocí, y cuya historia merece ser contada, fue Frank. Yo me hospedaba en un hostel a un par de cuadras del centro y Frank es un hongkones que ocupaba otra de las 6 camas de la habitación.  Por ese entonces se encontraba de paseo en la isla que por tratarse de su lugar favorita dentro de la China continental la visitaba con frecuencia. Razón por la cual conocía muy bien los lugares que merecían la pena visitar y me dio varios tips y consejos sobre que hacer allí.


Esa misma noche fuimos a cenar a Gulangyu, una pequeña isla pegada a la isla de Xiamen a la cual se cruza en ferry. En épocas imperiales esta pequeña isla fue una de las tantas concesiones extranjeras en China a las cuales los chinos tenían el acceso terminantemente prohibido. Es allí donde se instalaban las embajadas y los corresponsales extranjeros, por lo que toda la isla esta copada de mansiones y edificios con impronta europea. Es un paseo que realmente vale la pena realizar tanto de día como de noche, cuando se puede apreciar todo el frente de edificios iluminados de Xiamen desde la vereda de enfrente. Durante la cena Frank me contó que luego de graduarse en Hong Kong había viajado por Europa donde conoció en un hostel a quien seria luego su jefe. El era fotógrafo amateur, de esos que tienen la capacidad de ver en cada lugar la toma perfecta. Cada foto que me mostraba en su cámara parecía sacada de una revista de turismo aventura. Fue por esa misma razón que este editor de una reconocida revista de fotografía lo contrato y se paso los siguientes años viajando por los rincones mas recónditos del mundo haciendo lo que mas le apasionaba: sacar fotografías. Hasta que un día se canso, y renuncio. Volvió  Hong Kong, trabajo por un tiempo, reunió dinero y emprendió un viaje de varios meses por el Tibet. Quedo tan impresionado, tan fascinado por los paisajes, por la gente, la cultura, que decidió que ese era el lugar donde el quería vivir. Para no extenderme mucho mas en su relato la hago corta. Volvió  Hong Kong, se reunió con un amigo, juntaron dinero para alquilar un inmueble en Lhasa y pusieron un hostel. Y es el día de hoy que el sigue viviendo en Lhasa, feliz de la vida. (Por aquel entonces, cuando lo conocí, el tema del hostel y de irse a vivir a Lhasa era solo un proyecto, que termino concretando dos años después. Y fue gracias a que lo conocí a el, y a que me mostró y me contó tantas cosas del Tibet que cuando hubo instaladose allá, decidí viajar a Lhasa y comprobar por mi mismo todo lo que el me había contado y mostrado. Pero eso ya es otra historia, y formara parte de otro relato.
A continuación subo un par de fotos de Xiamen, de la ciudad, las playas, la fortaleza Hulishan (construida a finales del siglo XIX durante la dinastía Qing y que posee el cañón mas grande y antiguo que todavía queda del siglo XIX no solo en China sino en todo el mundo. Mide 13 metros de largo, pesa unas 50 toneladas y tiene un alcance de 1600 metros), el templo Nanputuo, y la isla de Gulanyu, conocida también como la isla piano por la cantidad de pianos que habían en ella en tiempos de la concesión (aun hoy muchos se conservan y de hecho Gulangyu alberga el único museo de pianos de China).



Gulangyu

Frente de Gulangyu



Antigua casona en Gulangyu



Vista desde el teleférico de Gulangyu




Barrendero en Gulangyu

Carros para la recolección de residuos en Gulangyu

Botes pesqueros. Detras, el frente costero de Xiamen



El gran cañón de la fortaleza Hulishan



Universidad de Xiamen



Entrada del templo budista Nanputuo


Vista de Xiamen por encima del templo Nanputuo


Atardecer en Xiamen

Atardecer en Xiamen

domingo, 9 de junio de 2013

Harbin, que frio que me das!

Hacia rato ya que había oído nombrar la ciudad de Harbin, capital de la vecina provincia de Heilongjian. Por su cercanía con Rusia, la ciudad siempre tuvo mucha influencia Rusa, cosa que uno aprecia en seguida al observar su arquitectura. Uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad es la iglesia ortodoxa de Santa Sofía, hoy convertida en museo.

Pero sin lugar a dudas el principal atractivo de Harbin, y principal motivo por el cual han escuchado hablar de el los que lo han hecho, es el invierno (Frío y crudo invierno que en sus años mas duros roza los -50 grados centigrados). Y es que en realidad no es el invierno el principal atractivo, sino lo que viene con el aparte del frió: el hielo. Todos los años, Harbin se convierte en la ciudad anfitriona del festival internacional de hielo. A lo largo y ancho de la ciudad, a medida que comienza el frió, las principales calles y avenidas, parques y plazas, comienzan a llenarse de adornos y construcciones hechas enteramente en hielo. Piezas que se mantendrán intactas e inmóviles hasta que las menos frías temperaturas de marzo comiencen lentamente su batalla contra el hielo, hasta que este cede por completo y simplemente desaparece..hasta el año próximo. Capillas, bulevares, paredones, arcos, toboganes infantiles, figuras famosas de Disney, por todos lados uno puede ver fantásticas constucciones perfectamente terminadas que convierten la ciudad en una autentica ciudad de hielo.

Habían pasado ya varias semanas desde que había empezado el frió invierno, y hace unos días nada mas que había escuchado que se había inaugurado oficialmente el festival de hielo de Harbin. Por lo que el primer fin de semana que tuve libre compre billete de tren y me embarque rumbo a Harbin. Como viajaba solo (no conseguí nadie que estuviera disponible o interesado en ir a Harbin para esa fecha) y este era un viaje de unas 4 horas de tren decidí viajar en el día. Me tomaría el primer tren temprano por la mañana y volvería en el ultimo tren de la tarde, aprovechando a fondo el día para recorrer la ciudad y sus parques de hielo.

Salí del campus aun siendo de noche y aunque todavia no estabamos en lo peor del invierno, créanme que a esa hora de la mañana hacia frío! Estimo unos -15/-20. Camine por las congeladas calles de Nanhu hasta llegar a Nanhu dalu y con mis manos heladas (los guantes con piel  “súper abrigados” que me habían vendido en BsAs terminaron siendo iguales o peores que cualquier guante convencional cuando uno lo usa con temperaturas por debajo de los -15. Además, como no tenían piel en los costados de los dedos estos siempre se me helaban enseguida por lo que no metía los dedos ahí, simplemente metía la mano hecha un bollo en el guante) pare el primer taxi que apareció: 到火车站!

Viajaba con lo puesto: medias térmicas, calzoncillos largos, jean, remera, buzo cubierto de símil piel, campera, bufanda, gorro, guantes, borceguís (pese a las medias térmicas y los borceguís no logre nunca, a lo largo del invierno, que no se me adormecieran por el frío los dedos de los pies) y una mochila vacía donde llevaba el estuche de la cámara. El frío en Harbin es tal que las pilas de la cámara se congelan y se agotan enseguida por lo que había que guardarla bien cuando no se usaba.
Llegue a la estación de tren de Changchun al alba. Rodeé las largas hileras de vallas (como gran parte de la ciudad, la estación de tren estaba atravesando grandes ampliaciones y reformas por lo que había vallas y desvíos por doquier, ni que hablar de la tierra en el suelo y en el aire) y pase al hall central. seguí de largo hacia la zona de andenes, baje al túnel que cruza hacia los mismos y subí finalmente al anden donde aguardaba el tren que saldría, ni un minuto mas ni uno menos del señalado en el billete, hacia Harbin. Los vagones del tren eran grandes cámaras frigoríficas, las ventanas congeladas y la gente que abordaba parecían todos muñequitos de michelin. Aborde el tren sin saber si iba a poder viajar sentado ya que al momento de comprar el billete en la oficina en la esquina de la universidad, la amable vendedora (con toda la ironía que pueda entrar en esa palabra) me indico (luego de calcular ante mi perplejidad y en un segundo con un ábaco el vuelto que debía darme por el billete que acababa de comprar) que solo podía venderme billetes de parado pero que me quedara tranquilo que habrían asientos de sobra para sentarme. No mentía, sobraban varios. Durante las 3 horas y media que duro el viaje en tren el paisaje no varió mucho. Por las ventanas ya descongeladas por los rayos del sol saliente que reflejaban fuertemente en la nieve que cubría el paisaje. Un par de fabricas, pueblos aislados, campos eólicos y la absoluta nada. Trataba de concentrarme en el paisaje, pero el frió y el sueño me obligaron a acurrucarme en el asiento duro y cerrar los ojos un rato, aunque me fue imposible dormir.

Llegue a Harbin cerca alrededor de las 9 de la mañana, a la hora exacta que indicaba el billete. Al salir de la estación me tope con los primeros indicios de que estaba en la ciudad que creía estar. Un gran pabellón repleto de figuras de hielo dispuestas en hileras que recorrían el camino de la estación a la avenida que cruzaba mas adelante. Un poco mas adelante sobre un gran andamio (de bambú, como siempre) varios obreros trabajaban en la construcción de lo que parecía una arcada o una gran pared..de hielo, por supuesto. al cruzar la avenida noto una larga pared de altura media que dividía ambos sentidos de la misma. La pared tenia ventanas en toda su extinción, en la cual colgaban faroles chinos (si, esos rojos). Compre un mapa de la ciudad afuera de la estación y camine largas cuadras sin entender hacia donde estaba yendo ni donde estaban los lugares a los que quería ir. Después de preguntar (o al menos intentarlo) a varias personas entendí que no estaba muy cerca por lo que me subí a un taxi y le indique lo que supuse entendería: “a la iglesia famosa”. Menos mal, me entendió. Luego de visitar la iglesia (como dije antes, hoy devenida en museo) seguí camino hacia un parque de hielo que había a unas cuadras, ubicado en un parque en la ciudad.



El plato fuerte sin duda son los parques temáticos de figuras de nieve y construcciones de hielo. Nunca antes había visto tantas construcciones, y de semajante tamaño hechas en hielo. Casas, castillos, puentes, ciudades completas hechas en hielo. pague una entrada que no recuerdo el monto pero si recuerdo que me pareció excesivamente cara (y eso que pague entrada de estudiante!) y entre. Al empezar a caminar por entre los pasillos y las estructuras de hilo note rápidamente como bajaba la temperatura. Averiguaría mas tarde que la temperatura en la calle era de -30, y les aseguro que entre esos bloques de hielo hacían fácil -35. Se me hacia difícil presionar el botón de la cámara con los guantes puestos por lo que me sacaba el guante derecho cada dos por tres para sacar una foto. finalmente decidí sacarme el guante y no ponérmelo de vuelta ya que sacaba fotos cada dos por tres. decisión que lamente minutos (o quizás segundos) después. En seguida la mano se me puso muy roja y paso instantáneamente del ardor al dolor. No sentía los dedos, no sentía la mano en absoluto. Me preocupe, pero que podía hacer? Me ponía el guante y parecía estar mas frió aun, así que pase varios minutos frotándome las manos adentro de un guante y decidí no sacar mas fotos en ese parque. Cada tanto me limpiaba la nariz, que no la sentía para nada, pero estaba seguro que me caía agua (cosa que comprobaba con los guantes). A pesar de llevar calzoncillos largos, que hasta ese entonces me habían sido muy efectivos, las piernas empezaban a adormecerse también. Salí del parque, camine por una peatonal por la que asomaban cada tanto figuras y toboganes de hielo para chicos y me metí en el primer McDonalds que encontré, compre un chocolate caliente y no le saque mis manos de encima hasta que se enfrió. El sol ya estaba bajo y se hacia notar. A la sombra la cosa se ponía aun mas fría, era impresionante la diferencia que uno sentía entre caminar al sol o a la sombra. Tenia tanto frió que desistí de ir al parque de tigres al otro lado de la ciudad y después de asomarme al rió congelado en el cual patinaban y andaban en trineo cientos de chicos pegue la vuelta dispuesto a tomar un taxi para ir a la gran atracción, el gran mundo de hielo. Yo sabia que el parque se encontraba en las afueras de la ciudad y como era de esperarse no había taxi alguno que aceptara llevarme con taxímetro y por menos de 100 yuanes. Que impotencia! y ni siquiera tenia alguien para compartir el taxi..después de dar varias vueltas y parar varios taxis termine regateando con uno por 80. Llegue al lugar, la entrada era impresionante, un inmenso muro que tendría unos 50 mts de largo por unos 6, 7 de alto (estimo, pero soy malos con los cálculos) se extendía ante mi. Detrás se asomaban las cúpulas de las construcciones que se encontraban en el interior del parque. Nuevamente pague una entrada que me pareció un robo a mano armada (y de estudiante!) y entre. El lugar era realmente impresionante, el sol ya estaba casi oculto del todo y el parque comenzaba a cobrar vida. Es que todas las construcciones están hechas con bloques de hielo que en su interior tienen barras de luces de colores, cuando cae la noche todos los edificios quedan completamente iluminados, un espectáculo fascinante.

Ahora que lo recuerdo me hubiera gustado permanecer mas tiempo en el parque, pero en ese momento una hora fue todo lo que pude soportar. En cuanto se fue el sol y cayó la noche la temperatura descendió terriblemente, y repito que el parque estaba en las afueras, en un gran descampado, no había nada que protegiera del viento helado, por mas mínimo que fuera.
Subí a un taxi y después del odioso regateo acorde un precio que ya no recuerdo y partí rumbo a la estación. A juzgar por la oscuridad de la noche uno pensaría que eran al menos las 9.  Pero no, apenas eran las 6, y yo tenia pasaje para las 10!! ya no tenia nada para ver y tenia tanto frió que si lo hubiese habido no hubiera querido verlo tampoco. Me ardían las manos, no sentía los dedos de los pies, se me caían los mocos y me picaban las piernas. Entre a la estación y apunte directo a la ventanilla de cambio de billetes. Para mi gran satisfacción pude devolver mi billete de las 10 y sacar uno nuevo para el tren mas próximo..a las 7.30. Hice algo de tiempo en un local de comida rápida chino y después me convertí en chino esperando sentado en un cartón en el piso del salón de espera de la estación entre los cientos de chinos que aguardaban el anuncio de partida de sus respectivos trenes, entre bolsones, todos amontonados y escupiendo semillas. El aire estaba completamente viciado, mezcla del humo de los miles de cigarrillos siendo fumados en ese momento, de las tantas sopas siendo ruidosamente succionadas, los millares de semillas secas siento partidas y escupidas y un sin fin de cosas que uno ve y huele en una estación de tren del interior de china. Pero yo estaba contento, el aire al menos estaba caliente.

Cuando se anuncio la llegada del tren y la apertura del anden me amontone con el resto de la gente, billete en mano para pasar por las vallas que separan la sala de espera de las escaleras al anden. Estaba ya tan cansado y ansiaba tanto llegar a Changchun para darme una buena ducha caliente que por primera vez creí comprender el porque de los chinos que se desesperan por llegar primeros al vagón, en una feroz carrera escaleras abajo en la que parecen estar corriendo por sus vidas y entran desesperados al vagón, a los empujones y gritos como si se tratara del ultimo tren sobre la tierra, cuando todos tienen su billete con numero de asiento!! Hay una sola respuesta lógica para esta carrera de vida o muerte, y es que siempre viajan tan cargados de bolsones y bultos que pareciera que van a estallar de lo rellenos que están, que de su rapidez en bajar las escaleras y su vivesa en ingresar primeros a la formación depende el hecho de hacerse un buen lugar en los portaequipajes o bajo los asientos para depositar su basto equipaje.

Habían pasado varias horas desde que había salido de la estación a la que ahora arribaba. Sin embargo en mi mente parecían días enteros. Me subí a un taxi y enfile a mi tan ansiada y querida habitación de Nanhu. Al llegar, agarre el marcador y ubique a Harbin en el gran mapa que colgaba en la pared sobre mi cama. China, te conozco ahora un poco mas.